La piedra · 5 de julio de 2011

Es uno de los actos del 15M (Madrid, 7 de julio); algo aparentemente menor, una concentración en Santa Ana para exigir al Ayuntamiento la recuperación y la instalación de fuentes de agua potable; algo aparentemente menor con un fondo tan extraordinariamente mayor como impedir la privatización del Canal de Isabel II. Y en la convocatoria del acto, se dice: «se agradecerá que los asistentes traigan una piedra».

Desconozco si los convocantes han leido a León Felipe. Quizás. Porque la piedra del poeta de Zamora y la piedra de Santa Ana tienen muchas cosas en común: son pequeñas, símbolos puros, república en todas sus caras, una revolución que nace del hecho más obvio, ser, por la sencilla razón de que son donde el sistema no quiere que sean y cuando el sistema no quiere que sean. En eso consiste el gran secreto del M15M. De vez en cuando echa un pulso y se gana las portadas de los periódicos con acampadas y manifestaciones masivas, pero el corazón de la gente lo conquista con piedras.

Anoche, la policía intentó detener a un inmigrante en el Metro de Lavapiés; una chica se percató y avisó a los miembros de la asamblea, que impidieron la detención e hicieron retroceder a las Fuerzas del Orden hasta la Ronda de Atocha. Cuántas veces, durante cuántos años, se han visto redadas en el centro y en los barrios del sur y el sudeste sin que nadie, salvo unos cuantos ciudadanos, se diera por aludido. Sí, la izquierda política y sindical protestaba en algún momento, brevemente, para marcharse después de vacaciones. Y la ciudad volvía a su injusticia anterior.

Si pasan por Santa Ana, lleven una piedra. El mundo se cambia así, con piedras para exigir fuentes que son todo el agua y defensas de un inmigrante que es todos los inmigrantes. No se dejen engañar por las lágrimas de cocodrilo de los artistas y políticos que en treinta y cinco años no sirvieron ni para impedir un desalojo ni para detener otra privatización ni para cambiar una vulgar ley electoral. No estaban allí. No fueron en su ayuda. No hicieron nada. Hoy tenemos futuro porque la gente se ha presentado con una metáfora. Qué difícil.

Madrid, julio.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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