Barrios fantasma · 6 de julio de 2011

Entre las asambleas populares de Madrid hay una de nombre especialmente evocador, la Asamblea de los Barrios Fantasma del Sudeste, que agrupa a muchos de los 15.000 vecinos de Los Cerros, Los Berrocales, Los Ahijones y El Cañaveral que se quedaron sin ahorros y sin vivienda por una estafa inmobiliaria. Protestaron durante años, con el resultado habitual; rechazo o silencio político y desinterés y silencio de los grandes medios de comunicación.

El día de los trabajadores, se plantaron en la Cuesta de Moyano. Si hubieran acampado en el Monte del Pardo, entre encinas y jabalíes, no habría sido más inútil. Pero entonces llegó el 15M. Ya no estaban solos. Habían dejado de ser miles de seres irrelevantes y se habían convertido en miles de seres irrelevantes con la solidaridad de millones de seres irrelevantes. Como ellos mismos recuerdan, los periódicos y las televisiones empezaron a difundir su caso. Hasta recibieron «la visita de varios responsables políticos, interesándose por nuestro problema y ofreciendo su ayuda».

Despistados aparte, los únicos que discuten a estas alturas la importancia del M15M y su utilidad real, práctica, diaria, son los que se sienten amenazados por él y los que aspiran a someterlo a sus intereses. Todos los grandes medios se encuadran en uno de los dos grupos. Sin excepciones. Incluidos los que simulan complicidad o tolerancia. No puede ser de otro modo, porque todos ellos forman parte de grupos empresariales que no tiran miles de millones a la basura por amor a la información, sino por el poder político, la llave de los verdaderos negocios.

Nunca habrá una ley que asegure un grado admisible de calidad en la información; al fin y al cabo, la palabra información es un eufemismo de un concepto inabarcable y no supeditable a legislación alguna, la verdad. La buena noticia es que existen formas de controlar a las empresas, formas de conseguir un equilibrio; la mala, que ninguna de ellas sustituye la voluntad individual de estar informado. Los barrios y las vidas fantasma no se extienden porque los medios mientan y acallen. Se extienden cuando preferimos que nos mientan.

Madrid, julio.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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