Fácil · 23 de julio de 2013
- Ponte una corrupción en las narices
y date indignación como remedio
embriaguez
por el que lleva el lóbulo atravesado por un crash
y por el fin de régimen que adorna la ceja
de ese tipo, no, ése nunca —cuidado—, el otro.
Tras el caso siguiente se limpiarán las caras
y tras el siguiente se limpiarán las caras,
eso es seguro.
Mientras tengamos caras habrá narices
y lóbulos y cejas y enanos que sí y grandes que no,
eso también es seguro.
Te dan el olor y la crema
por un mal estructural reducido a maniquíes
individuos
en toda corrupción y crash, en todo fin de régimen,
más fácil que aprender, más fácil que luchar
y, con certeza, fácil.
Madrid, julio.
— Jesús Gómez Gutiérrez