Los paseantes · 8 de octubre de 2009

1. No es la lluvia ni el viento, que no sopla, lo que los lleva a todos a caminar Preciados como con vértigo, pegados a las paredes. Es vicio, y que Madrid no entiende de paraguas; da igual de dónde procedan sus habitantes: en cuanto se hacen de aquí, los dejan en casa o los manejan como picas, espadas, floretes, alabardas, navajas y hasta garrochas, según. Una costumbre interesante, que hoy resulta útil; grupos a la derecha, grupos a la izquierda y todo el centro despejado para quien va a pasearlo hasta Callao. Es el mejor momento de esta calle, lloviendo, con todos los letreros encendidos, de noche.

2. En ninguna de las reformas urbanísticas que se presentan y ejecutan (generalmente en el sentido de ajusticiar) cada dos por tres, se ha planteado nunca la posibilidad de recuperar parte de lo perdido. Y como estamos en Callao y en plena obra, lo suelto: aquí, a la entrada de Carmen, estuvo hasta 1964 el Hotel Florida, del arquitecto Antonio Palacios, famoso por haber sido residencia de los corresponsales y de muchos escritores extranjeros durante la guerra civil. El régimen franquista odiaba la belleza en el mismo grado en que odiaba la libertad. Reconstruir la fachada de ese hotel, una de las joyas del proyecto original de la Gran Vía, sería justo, racional y relativamente barato; es decir, improbable.

3. Ya en Malasaña, un desesperado se acerca a otro para levantarle la cartera. Error típico de inmigrante: no reconoce el movimiento, la actitud general, la forma de vestir, los códigos en suma; cree que ese hombre con aspecto de ex policía tan arruinado como él, pero con más odio, es un ejecutivo cargado de billetes. Desde mi rumbo, le veo tragarse una pared y recibir una lección de tacos más o menos comunes. Casi apetece acercarse, hola qué tal, aconsejarle quién, cómo, en fin, para que la alianza de civilizaciones tenga por abajo el mismo sentido de clase, aunque contrario, que tiene por arriba.

4. Sonido de un transistor, al vuelo: «los salarios reales de los trabajadores pasaron de aumentar el 2,3% en 2008 al 5,1% en la primera mitad de 2009». No es un payaso, es un secretario de Estado.

5. Gente que busca en la basura, gente que duerme en los bancos, gente tirada en la calle, jóvenes, viejos (muchos), hombres y mujeres de mediana edad, pobreza que deambula sin la apariencia externa de la pobreza porque ya no se trata de la marginalidad de ayer, sino de una generalidad de vidas rotas y sueldos que no dan para vivir. En alguna parte he visto un cartel; decía jornada mundial por el trabajo decente. Las nubes, ajenas a todo, juegan a escalas de grises sobre el Tribunal de Cuentas; los paseantes se cruzan y a veces se saludan. Viva España.

Madrid, octubre.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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