Eso es la historia · 19 de abril de 2011

2. Poco después de que Marx puntualizara a Hegel sobre las segundas partes en la historia, Samuel Langhorne Clemens, alias Mark Twain, coincidió con Chauncey Depew en un barco. El capitán dio una cena en su honor y Twain habló a los postres. Tras los aplausos, le llegó el turno al abogado y senador de los EEUU. Depew, que no había preparado una sola línea, se puso en pie y dijo más o menos lo siguiente: «Antes de cenar, el señor Clemens y yo acordamos intercambiar nuestros discursos. Él acaba de pronunciar el mío, y les doy las gracias por el entusiasmo que le han dedicado. Pero lamento informarles de que he perdido las notas del suyo y no recuerdo nada de lo que él quería decir.» Eso es la historia.
4. Al final de su vida útil, cuando había perdido el lustre y las bocamangas estaban raídas, aquel smóking que había sido smóking de camarero en horas de servicio y disfraz de invitado en los descansos del servicio, se quedó en una percha. Años más tarde, alguien abrió una ventana y el armario se llenó de polillas que se dieron un festín. El smóking no salió airoso; los pantalones eran un coladero y una de las solapas parecía la superficie de la Luna. Antes de tirarlo, su dueño echó mano al bolsillo derecho: en el sacacorchos del abridor, que es a un bolsillo de camarero lo que una mano a su brazo, se había empalado una polilla. Los sacó, dio una vuelta más al bicho muerto y se fue a trabajar.
Madrid, abril.
— Jesús Gómez Gutiérrez