Trescientas cincuenta mujeres · 28 de julio de 2010

Primero fueron 350 mujeres liberadas «de una de las mayores redes de trata de blancas que operaba en Madrid», según informó el diario Público; después fueron 350 prostitutas sometidas a distintos grados de explotación laboral, que no de esclavitud sexual; y por último, según el comunicado que emitió ayer mismo el Colectivo Hetaira (*), se ha sabido que las condiciones de explotación laboral se limitaban a la salubridad de «las habitaciones que utilizaban para descansar» y al hecho más evidente de todos, la imposibilidad de tener condiciones laborales dignas cuando es el propio Gobierno quien se niega a regularizar la actividad económica de las prostitutas.

Hace unos días, Quim Monzó venía a decir en La Vanguardia que el color de las camisas es la única diferencia real entre la moral de la antigua Sección Femenina de la Falange y la de Bibiana Aído y compañía. Lo comparto plenamente. Por lo visto, no hay nada inmoral en que los seres humanos se vean obligados a vender su fuerza, su inteligencia o su tiempo para malvivir en la mayoría de los casos; pero si existe contacto de genitales, entonces es inadmisible. En el mundo sólo se persigue un modelo de prostitución: el que se refiere al placer. Ha sido así desde siempre y lo seguirá siendo durante mucho tiempo, porque la obsesión de las Aída y los Zapatero no acabará nunca, ni en este siglo ni en otro, con el trabajo sexual, pero contribuye activamente a la marginalización de muchos miles de personas.

Volviendo a lo más concreto, a las 350 mujeres del principio, voy a citar un fragmento del comunicado de Hetaira: «No sabemos dónde están estas mujeres a día de hoy; no se encuentran bajo la tutela de ninguna ONG ni se encuentran internadas en un CIE o bajo custodia policial. Tampoco sabemos si el Gobierno se replanteará esta “obligatoriedad” de denunciar a cambio de protección. Lo que sí conocemos es que al menos 34 se encontraban en “situación administrativa irregular” y, probablemente, tal y como ha sucedido anteriormente, se les aplicará la ley de extranjería, estando expuestas a ser expulsadas de nuestro país.» Treinta y cuatro expulsadas y trescientas dieciséis en ninguna parte y sin empleo; otro gran éxito de la moral de los talibanes. Y ni una sola denuncia por proxenetismo o similar: como admitía el propio diario Público, ninguna de las mujeres supuestamente explotadas, absolutamente ninguna, accedió a presentar declaración contra ningún supuesto proxeneta.

Para las asociaciones de prostitutas, el Gobierno practica una política de «palabras, palabras y más palabras vacías de contenido» y acompañadas de un sinfín de medidas punitivas, desde multas hasta persecución policial, con el fin de crear el clima político necesario para prohibir la prostitución o esconderla bajo la alfombra. Cuando Bibiana Aído insiste en afirmar que el 90% de las trabajadoras del sexo son esclavas, basándose en informes tan creíbles que ni puede citar su procedencia ni el tipo de muestreo ni ningún otro detalle que no sea un simple acto de fe, no está mostrando preocupación real por la trata de blancas; lo que pretende es instalar en la sociedad la idea falsa de que el grueso de la prostitución es esclavitud sexual y de que la prostitución voluntaria es tan marginal que no se debe tomar en consideración. La verdad no importa nada. Y las vidas de las trabajadoras y los trabajadores del sexo, que también los hay, menos que nada.

Madrid, julio.

(*) Comunicado íntegro del Colectivo Hetaira

Hetaira, colectivo en defensa de los derechos de las prostitutas
Madrid, 27 de julio de 2010

Redadas contra la prostitución

Asistimos, con perplejidad, a una nueva puesta en escena mediática contra la prostitución. La última noticia la macrorredada en Madrid en diferentes pisos y que se saldó con 350 mujeres “liberadas”, según fuentes policiales, ha demostrado que lo que se persigue es la prostitución que se anuncia en la prensa escrita, independientemente de que ésta se ejerza de manera voluntaria o sean víctimas de trata.

Desde Hetaira hemos investigado poniéndonos en contacto con mujeres que habían trabajado en esos pisos y los testimonios que hemos recogido nada tienen que ver con lo que ha salido en los medios de comunicación ni en las noticias filtradas por la Policía. Según los testimonios de mujeres que en algún momento trabajaron en ellos, lo único criticable eran las habitaciones que utilizaban para descansar, pero siempre respetaban la elección de las mujeres tanto de los turnos de trabajo como de clientes y de servicios sexuales a realizar. No obstante, seguro que las condiciones laborales serían mejores si la prostitución estuviera reconocida como una actividad económica legítima (tal y como hizo el Tribunal de Luxemburgo de la UE en 2001) y se regularan las relaciones laborales cuando median terceros, como es el caso de estos pisos. Mientras esto no suceda, las trabajadoras del sexo que trabajan en clubes o pisos a cargo de terceros seguirán sufriendo abusos por parte del empresariado y unas condiciones que no contemplan totalmente los derechos laborales de las trabajadoras. Pero la explotación laboral (algo que sufre un tanto por ciento muy elevado de trabajadores en cualquier sector y más en tiempos de crisis como los actuales) no es lo mismo que la trata o la explotación sexual, un concepto que se ha puesto de moda últimamente y que no se sabe exactamente qué quiere decir.

Parece que el Gobierno está más interesado en los “golpes de efecto” para preparar las condiciones para la eliminación de los anuncios de contacto que en defender los derechos de las mujeres que trabajan en la prostitución de forma voluntaria.

El Plan Nacional contra la Trata de Seres Humanos con fines de Explotación Sexual contempla acertadamente una serie de medidas de protección para las que son obligadas a ejercer la prostitución. No obstante, su puesta en marcha parece más centrada en la represión y persecución de las mafias que en la defensa de las víctimas. Si tal y como mantiene el Gobierno central “Todas las prostitutas son víctimas de mafias” no entendemos cómo no se les está procurando protección, un lugar donde estar tranquilas y un periodo de reflexión mínimo de 30 días para que se decidan a denunciar a sus captores. La macrorredada organizada en la última semana en Madrid se saldó, según notas policiales, con 350 mujeres “liberadas”, sin embargo no sabemos dónde están estas mujeres a día de hoy (no se encuentran bajo la tutela de ninguna ONG), si se encuentran internadas en un CIE o bajo custodia policial. Tampoco sabemos si el Gobierno se replanteará esta “obligatoriedad” de denunciar a cambio de protección. Lo que sí conocemos es que al menos 34 se encontraban en “situación administrativa irregular” y, probablemente, tal y como ha sucedido anteriormente, se les aplicará la ley de extranjería estando expuestas a ser expulsadas de nuestro país. ¿Son víctimas de trata de seres humanos o son trabajadoras del sexo sin derechos laborales que serán expulsadas?

Palabras, palabras y más palabras vacías de contenido (“prostitución es violencia contra las mujeres”, “la prostitución atenta contra la dignidad de las mujeres”, “víctimas”, “mujeres liberadas”) se acompañan de medidas que causan una mayor desprotección en quienes ejercen la prostitución por decisión propia:

. las multas en los municipios se multiplican sin que el Gobierno central intente evitarlo. Las prostitutas han de trabajar el doble para poder pagarlas: ¿son los ayuntamientos los nuevos “proxenetas”? No se quiere ver a las prostitutas en las calles, parques y polígonos industriales pero no se les ofrece ninguna alternativa de espacios donde puedan trabajar con tranquilidad y seguridad. Mientras tanto, los grandes empresarios de clubes de alterne se frotan las manos sabiendo que no tendrán competencia en la calle (donde las mujeres se quedan con todos los beneficios que obtienen). ¿Preferimos, tal vez, que se vayan a trabajar a los clubes, fuera de la vista de la sociedad y donde sí sabemos que existe explotación laboral y unas condiciones abusivas?

. se trabaja en la idea de prohibir la publicación de anuncios de contacto en la prensa escrita como la “gran” medida para acabar con el gravísimo problema de la trata de seres humanos (¿se prohibirán también los anuncios en televisión, en Internet, en revistas especializadas en sexo para personas adultas?). Si hay mafias organizadas que se publiciten, por favor, aprovechen e investiguen caso por caso para acabar con ellas. Tampoco les interesa a los grandes empresarios de clubes de alterne la competencia de los pisos particulares.

. las prostitutas lo que necesitan son derechos laborales que las protejan: como trabajadoras autónomas del sexo en la calle o en pisos particulares o bien como trabajadoras dependientes de terceros en los clubes (para lo que habría que modificar el artículo 188bis del actual Código Penal que considera a éstos proxenetas).

Así mismo, exigimos que se pongan en marcha las medidas de protección y los recursos necesarios para defender los derechos de aquellas que son víctimas de trata.

. No más abusos contra las prostitutas.
. No a la criminalización
. Ni multas ni expulsiones
. Derechos laborales para trabajador@s del sexo
. Protección social para quien desee abandonar la prostitución y
. Protección real para víctimas de trata de seres humanos.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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