La paradoja de la abundancia · 22 de octubre de 2007

«230 millones de personas, el 44% de la población; o si se sube el listón hasta el día a día de la indigencia, 96 millones. Bernardo Kliksberg, asesor del Banco Interamericano de Desarrollo y de la ONU, lo denominó «pobreza paradójica». Naturalmente se refería al contexto, la pobreza inserta en la abundancia, la pobreza en países ricos, porque su origen no esconde paradoja alguna: hablamos de América Latina, la región mundial con los niveles más altos de desigualdad en la distribución del ingreso.

»A izquierda y derecha, los mitos políticos equivalen a un juego de velos que retrasa, disfraza, confunde. Las causas pasan a ser efectos y viceversa. Es lo que sucedió hace unos años con la influencia del FMI; sus resultados fueron tan negativos que se confundieron los términos y, símil mediante, se responsabilizó a los buitres de la existencia del cadáver. Pero el asesino era otro. Lo mató un modelo económico centrado en la exportación de recursos naturales y, por supuesto, en las necesidades y esclavitudes de sus beneficiarios.

»Según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Chile, Uruguay y Costa Rica son los únicos países donde la pobreza extrema se ha reducido a niveles inferiores al 10%. Ninguno de los grandes, que todos tenemos en mente, baja del 20%. Y para colmo de ironías, los peores índices relativos desde la firma de los objetivos del milenio corresponden al mayor productor de petróleo y al principal productor de alimentos de la zona, Venezuela y Argentina, respectivamente. Adivinen por qué.»

Texto perteneciente a la columna América, del diario Público (España, 20 de octubre).


— Jesús Gómez Gutiérrez


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