Una buena noticia · 10 de febrero de 2011

Creo recordar que la OMS no incluye las elecciones municipales y autonómicas entre sus recomendaciones, pero debería: son extraordinariamente buenas para la salud. En el año 2004 se publicó un informe de APHEIS para la UE donde se afirmaba que decenas de miles de europeos fallecían cada año por culpa de la contaminación atmosférica, que en las grandes ciudades resulta especialmente dañina por las emisiones de los coches con motores diesel. Por supuesto, hay informes anteriores en los que se llegaba a la misma conclusión. Informes públicos a veces financiados por las propias administraciones públicas. Informes que nuestro Gobierno debía de desconocer hasta hace unas semanas, porque lejos de afrontar el problema, siguió subvencionando el diesel.

Ahora, a pocos meses de las elecciones, el Partido Socialista descubre la contaminación en Madrid y la usa contra su homólogo en la farsa del bipartidismo. La usa con razón, desde luego; las alcaldías del PP se han limitado a fomentar el transporte privado, dañar el público y aplicar la solución tradicional para las estadísticas enojosas: si no te gustan, cámbialas; por ejemplo, quitando los medidores de las zonas más contaminadas para que el aire salga más limpio. Pero a los madrileños, y calculo que también a los habitantes de otras ciudades en situaciones parecidas, nos encantaría saber cómo es posible que nuestra salud —tabaco aparte— sólo tenga importancia en época electoral y sólo cuando se puede usar como arma política arrojadiza y más o menos barata.

Obviamente, ni el PP ni el PSOE tienen intención de responder a esa pregunta. Tal como la entienden, la democracia consiste en que los ciudadanos los voten y en que olviden después. En que olviden todo el tiempo, para que ningún hecho tenga origen político susceptible de dar pie a responsabilidades políticas o penales; para que callen, sigan a lo suyo y, en las siguientes elecciones, los vuelvan a votar. Como estrategia es algo tosca, pero funciona. Se necesitan décadas para que el votante medio asuma que le están tomando el pelo. Los socialistas deberían saberlo bien, porque su posición es más débil que la posición de la derecha tradicional; el voto del miedo, de la religión, del nacionalismo y de la ley del más fuerte, base de todas las derechas que en el mundo son y han sido, es más estable a largo plazo si no se combate abierta y claramente con hechos.

Sin embargo, una buena noticia es una buena noticia. La contaminación ha empezado a existir como factor político y, en consecuencia, cabe alguna posibilidad de que se tome alguna decisión que influya de alguna manera. Quién sabe si, con la emoción del momento, el Gobierno también se acuerda de la estafa inmobiliaria que él mismo alimenta para salvar el pellejo a los bancos; de la estafa fiscal que él mismo sostiene para que los ricos no paguen; de la estafa laboral de afianzar un mundo con trabajadores con derechos y sin derechos; de la estafa de abandonar a los parados y de otras tantas estafas que han hecho de Madrid un lugar socialmente roto y profundamente injusto. A fin de cuentas, el PP emula a los socialistas y los supera en todos esos casos; si el PSOE quiere, tiene periódicos, radios y televisiones de sobra para que dejen de ser la normalidad del sistema que defiende y pasen a ser lo que son, factores que atentan contra la salud y la vida de los ciudadanos.

Madrid, febrero.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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