Una luz dura · 1 de abril de 2011
1. El pie de foto es concluyente: «Sin los periodistas de la CNN, no hay noticia». El autor se refiere a Costa de Marfil, cuya guerra ha permanecido en la sombra por su coincidencia con catástrofes más importantes, desde la guerra de Libia hasta Fukushima. Pero es una crítica alicorta. ¿La CNN? ¿No hay más medios en el mundo? ¿Quien comete el pecado más tedioso? ¿los medios estadounidenses que señalan lo que quieren o los que no señalan nada salvo el cortipegado exterior y el circo interior? Bazofia en la prensa española, bazofia en la argentina, bazofia en la brasileña, bazofia en la india, bazofia folclórica en todas partes. Para imperialista, el ombligo.2. Siempre habrá periodistas; incluso en estos tiempos de majaderos que se mueren por salir en televisión, muertos ya —o más bien despedidos, jubilados, transformados— los redactores de los que habrían podido aprender. Pero, ¿qué habrían aprendido? A escribir, para empezar; hay pocas cosas más venenosas que una noticia con faltas de ortografía y fórmulas de niño de tres años. También a parecer serios, y objetivos; porque parecer serio y objetivo es importante. Ahora bien, quien afirme que el periodismo actual dice menos que el periodismo de otras épocas, no entiende nada de nada. Los medios tienden a publicar lo que necesitamos saber y, muy especialmente, en el momento en que necesitamos saberlo.
3. Exposición en Madrid: Una luz dura, sin compasión. El movimiento de la fotografía obrera (1926-1939). Max Alpert, Sergei Tretyakov, Walter Reuter y otros entre los que destaco a Gerda Taro porque precisamente empezó a comercializar su producción como Photo Taro, al margen de Capa, en un marzo como éste y en este país, pero con República. El periodismo merecía la pena por personas como Gerda Taro, tan distintas a los bobos que se agolpaban en los aeropuertos de Japón, muertos de miedo. «Aviones descendiendo en picado, explosiones que agujerean la tierra y soldados que huyen (...) Conservo la calma y sigo disparando la Leica. Se me acaban los carretes.» Fueron las últimas palabras que escribió antes de que la aplastara un tanque. Las últimas que pronunció, según Irene Goldin, enfermera, fueron éstas: «¿Están bien mis cámaras? Son nuevas. ¿Están bien?»
Madrid, marzo.
— Jesús Gómez Gutiérrez