Revuelta · 17 de mayo de 2011
No está aquí, salvo por la tricolor que a veces se ve entre las cabezas y se vuelve a esconder, como si no tuviera claro si la consigna de concentrarse sin banderas le afecta también a ella. No está aquí, pero lo está; porque esta reunión de hombres y mujeres libres, que se niegan a acatar el silencio, que transforman la dificultad en fiesta y la inseguridad inicial en la seguridad de los que se reconocen, no es ni más ni menos que una república de voluntades.Es verdad; esa república sigue lejos de la que necesitamos; pero si es así, no es por ninguno de los presentes. Piden igualdad. Piden libertad. Piden cultura. Piden cosas tan básicas como una casa, un empleo y cauces mínimamente democráticos de expresión. Piden lo que este régimen, hecho con los retales de una dictadura y con el miedo y los intereses de los que no han dejado de pensar en dictadura, les niega. Y sobre todo, menudo atrevimiento, dan: esperanza a un país que no la tenía y ejemplo a quien siga sin confiar en la gente.
La Puerta del Sol, abarrotada a las siete y media de la tarde y a las doce en punto de la noche, verá otro día de revuelta. «¿Triunfará Madrid? –se preguntaba Antonio Machado en otras circunstancias-. La victoria la ha ganado cien veces; quiero decir, que cien veces la ha merecido.» Quien sabe. Yo soy de los que creen que su sonrisa «levemente cínica y marcadamente irónica» se impone siempre, a pesar de todo.
Madrid, mayo.
— Jesús Gómez Gutiérrez