Ni los jueces · 19 de mayo de 2011

Tardan más de la cuenta porque uno de los extremos del cartel se ha enganchado, pero al final cae sobre el hombro izquierdo de Paz Vega, que anuncia un champú: es Heinrich Himmler, reichsfürer de las SS, con el símbolo del euro en la gorra y unas orejas de Mickey Mouse. La última vez que estuvo en Madrid, se reunió con Franco y Serrano Suñer y realizó una invitación personal a Santa Olalla, comisario general de Excavaciones, para que viajara a Berlín y cerrara un acuerdo de colaboración con la Ahnenerbe, encargada de probar las teorías raciales nazis. Fue un acuerdo muy productivo desde un punto de vista arqueológico; como los alemanes habían bombardeado España durante tres años, tenían las mejores fotografías aéreas del país.

Tres horas después, alrededor de la medianoche, la Junta Electoral Central (JEC) confirmaba la leyenda del cartel anti Himmler de la acampada de Sol, No nos representan. Ocho jueces del Tribunal Supremo y cinco catedráticos con sede en el Congreso de los Diputados, del que reciben sueldos, dietas y gratificaciones, sentenciaban que el derecho de reunión es delito de reunión si se pretende ejercer en jornada o prejornada electoral. Justificación jurídica: ninguna, porque los manifestantes no pretenden entorpecer las votaciones ni realizar actos de propaganda en el sentido electoral del término. Intención política: toda, porque sólo se trata de emular a la Junta Electoral de Madrid en el intento de frenar, entorpecer o destruir las movilizaciones surgidas del 15M.

Pero la decisión de la JEC es irrelevante. Nuestra élite puede dictar las sentencias que le venga en gana, acudir a las instancias que estime oportunas y prohibir la tabla del cero y las calcomanías, por ejemplo; es el espectáculo de su club, donde ellos dictan las normas; entre tanto, los demás seguiremos en la cruda realidad y haremos lo que tengamos que hacer. Todavía no han entendido que oponerse de forma activa a la corrupción de la democracia implica desobedecer de forma activa cualquier norma que atente contra los derechos más básicos. Quizás lo han olvidado porque no lo supieron nunca o, quizás, porque no son unos hijos de mala madre. «Las putas insistimos —dicen las amigas de Hetaira—: los políticos no son hijos nuestros.» Ni los jueces.

Madrid, mayo.



También pubicado en Letras de Chile.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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