El movimiento de los miles · 24 de julio de 2011
El cálculo matemático falleció el 15 de mayo del año 2011. Hasta ese día, no hubo una manifestación en España a la que no asistieran decenas de miles de personas, cientos de miles o un millón. La excepción quedaba para los partidos de la izquierda extraparlamentaria, que en Madrid eran de Atocha y daban para poco. Antes de que las derechas, los socialistas o sus sindicatos alzaran las banderas, los medios de comunicación ya tenían manifestaciones masivas y nunca vistas en nuestra joven democracia. Como mucho, quedaba una contradicción posible entre las cifras de la policía y las cifras de los organizadores.El M15M lo cambió todo. Tras treinta y seis años de fervor popular, cuando hasta un club de fútbol reunía a medio millón en una capital de provincias, las manifestaciones empezaron a tener miles. Se había ensayado, pero no se había aplicado con carácter general. Miles en la Puerta del Sol. Miles en Alcalá. Miles en Neptuno. Miles exactamente, porque la intención era y es exactamente afirmar que sí, que hay cierta ira, que la gente sale a la calle y que no, que no es un movimiento masivo, que no es serio, que mañana pasará a cientos, que viene a ser un detalle secundario frente al sentido común de la gran mayoría de los españoles.
A las ocho y pocos minutos de la tarde, me encontraba en la esquina de Alcalá y Gran Vía. En ese momento, si se hubiera aplicado un cálculo tradicional conservador, se habría dicho que el 24J había reunido a trescientas mil personas; pero como los tiempos han cambiado, eran miles: los miles que seguían hacia Sol, los miles que no habían llegado a Metrópolis y, atención, los miles que, saltándose el recorrido oficial, decidieron seguir por Gran Vía y entrar en Sol por Preciados. ¿Miles más miles más miles igual a tres miles? Obviamente, no. En la práctica, habría sido lo mismo con un tercio de los presentes. Seamos cuantos seamos, siempre seremos el movimiento de los miles.
No existe la menor duda de que el cálculo volverá de entre los muertos cuando los convocantes sean los partidos y los sindicatos del sistema; reunirán cientos y se dirán millones, cada uno con su cartel azul o su cartel rojo detrás. Sin embargo, cabe otra opción. Este domingo, en Madrid, hemos hecho algo único al margen de contabilidades; hemos abarrotado el Paseo del Prado, Alcalá, la Gran Vía y Sol en pleno julio, en un puente y con todos los medios de comunicación en contra. Si las matemáticas quedan en suspenso cuando el sistema no está mirando, pueden estar tranquilos; si no quedan en suspenso, que vayan preparando las maletas.
Madrid, 24 de julio.
— Jesús Gómez Gutiérrez
La canción del verano / Dos hechos