A hostias · 18 de agosto de 2011
Es una hipótesis descabellada: al día siguiente de que un ateo prepare un atentado contra una manifestación de creyentes, un grupo de ateos sabotea una manifestación de creyentes y la policía carga contra los creyentes. Es descabellada se mire por donde se mire. En primer lugar, porque no son los ateos los que suelen organizar atentados; de hecho, la historia de las religiones es, en esencia, una historia de asesinatos y masacres en nombre de Dios. En segundo, porque no son los ateos los que suelen sabotear manifestaciones; de hecho, el grupo social más perseguido en todo el planeta es el suyo. En tercero, porque la policía suele ser la policía de los creyentes; al fin y al cabo, Dios es un negocio.Anoche, en Madrid, sufrimos la única historia posible, la única verosímil: que un creyente prepare un atentado contra una manifestación laica, que un grupo de creyentes saboteen una manifestación laica y que la policía cargue contra los laicos. Es lo normal. Lo de todos los días. Tanto si gobierna la caspa nacionalcatólica como si gobierna ese club de nuevos aristócratas que se llaman socialistas. Tenemos un rey nombrado por un dictador que mató a cientos de miles de personas con el apoyo de la Iglesia católica; tenemos una Constitución surgida de un acuerdo con los asesinos de la cruzada nacional; tenemos un marco jurídico que impide cualquier desviación del camino trazado, tanto en lo político como en lo religioso. Si alguien cree que en el Reino de España se puede separar Iglesia y Estado, es que no ha entendido de dónde viene el reino ni dónde están los límites del régimen.
A estas horas, las calles de Madrid vuelven a ser propiedad de una amalgama de despistados, aprovechados y fundamentalistas con crucifijos. Pero no lo serán por mucho tiempo. Cuando se acabe el dinero público que ha pagado sus vacaciones, se marcharán a sus países y las calles de la ciudad volverán a ser las de costumbre, poco amigas de la superstición. Nosotros no podemos hacer gran cosa para que la base social de las derechas, eminentemente católica, despierte y empiece a quitarse las cadenas; pero podemos hacer bastante para que la base social de la izquierda, eminentemente laica, pase factura al otro responsable directo de lo sucedido ayer, el PSOE. Que los socialistas se queden con su policía y su concordato con la Iglesia, peor que el del franquismo. Veremos cuántos votos sacan a hostias.
Madrid, agosto.
— Jesús Gómez Gutiérrez