A pulso · 31 de octubre de 2011

Se abre la pantalla y aparece un titular, «La crisis dispara la desigualdad de ingresos entre los españoles», que desaparece rápidamente, con el resto de la noticia, bajo el cartel de una campaña publicitaria. Segundos después, vuelven las palabras y se lee que España acelera lo que será noticia vieja en tal día como hoy de dentro de cuatro años y lo que ya era noticia vieja hace veinte: que es uno de los cinco países más desiguales de la UE. No puede ser de otra forma. Ninguna brazada acerca a la superficie si el nadador nada hacia el fondo.

Ahora, podemos volver con secretos a gritos como el coeficiente Gini. Y si tenemos ojo, podemos asociar la reedición estadística de la noticia vieja con otras noticias viejas como el récord de desempleo, el mayor de la UE; la tasa de actividad, de las menores de la UE; el estancamiento de la economía, eufemismo de depresión, y algunas gracias de apariencia menor y fondo mayúsculo: entre ellas, el desahucio exprés, que permite a los caseros echar a los inquilinos en diez días, sin juicio, y la nueva norma de agilización procesal que prohibe apelar al Supremo por asuntos que no superen los 600.000 euros, es decir, por cualquiera de los asuntos que afectan a los que ni siquiera somos capaces de ser extorsionados y robados por un valor mínimo de 600.000 euros. Desde este lunes, los altos tribunales son exclusivamente para ricos.

En el periódico con el titular del cartel se anuncia que, hasta las próximas elecciones, su última página se limitará a ofrecer entrevistas a individuos que han afrontado la crisis con decisión y éxito. Hay que crear buen rollo; convencer de que al final del día, cuando caiga la noche, brillará el sol. Y si para ello se debe insinuar que los pobres y los desempleados lo son porque no tienen tanta fuerza de voluntad como los exitosos, se insinúa. Esto es España. Explotación social en primera página y bromas sobre la explotación social en la última. Nos lo ganamos a pulso por el procedimiento de respetar las reglas del juego y elegir que nos engañen cada cuatro años.

Madrid, octubre.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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