El camino a seguir · 17 de noviembre de 2011

Cuando Adrián Vaíllo, integrante de un grupo antimilitarista de Elche, recibió una notificación donde se le indicaba que debía formar parte de una de las mesas electorales, protagonizó el acto más lúcido, valiente y políticamente útil de las últimas semanas: declararse objetor de conciencia por entender que no vivimos en una democracia real. ¿Les suena de algo? Algunos nos sumamos al 15M por el mismo motivo, pero ha pasado toda una campaña electoral sin que el 15M levante la voz.

No me extraña que esa excepción de rebeldía en un mar de obediencia parta de un ciudadano que ha manifestado su intención de no votar; no me extraña porque, para plantear medidas que causen problemas reales al sistema hay que dejar de creer en el sistema. Eso no significa que no se puedan plantear desde el voto. Se puede. Digo que no me extraña porque, en este caso, el silencio del 15M está directamente relacionado con el error de muchos compañeros, que dedicaron toda su energía a pedir el voto a partidos minoritarios y dejaron a nuestro movimiento en la estacada, cuando no sometido a sus lealtades y opiniones políticas.

Este sábado volvemos a tomar Sol. Demasiado tarde. Durante la campaña de las elecciones municipales y autonómicas, destrozamos la agenda política del sistema e impusimos la nuestra; durante esta campaña, renunciamos a la nuestra y nos impusieron la suya. A cambio de un favor tan generoso al poder, se habrá logrado que el 15M se divida con problemas ajenos a sus intenciones y, paradójicamente, no se habrá ganado nada con respecto al objetivo que se pretendía. Hemos hecho lo que en el refranero castellano se llama un pan con unas tortas: Seguro que el voto a los minoritarios se habrá multiplicado el 20N, pero casi todos esos votos estaban ganados antes de la campaña electoral. Seguro que se habrán robado votos a la abstención, pero se le habrían robado más si no se hubieran dicho tantas estupideces sobre ella, hasta el extremo de criminalizar a personas que en bastantes ocasiones son, como demuestra Adrián Vaíllo, lo más comprometido del 15M. Y seguro que este domingo habremos fracasado con el ciudadano medio, que se informa a través de los medios tradicionales y que llegará a las urnas con borrachera de propaganda porque nosotros, el 15M, renunciamos a la calle, renunciamos al conflicto y regalamos una ilusión de paz social.

Dicen que de los errores se aprende. Ojalá que, a pesar de los nuestros, el lunes tengamos un Congreso menos enemigo de la democracia o, por lo menos, no tan enemigo como puede ser. Pero pase lo que pase, será mejor que volvamos a dedicar nuestras energías a los asuntos que realmente lo merecen. Los compañeros de Stopdesahucios marcan el camino a seguir; Adrián Vaíllo y el puñado de personas que se han autoinculpado con él, marcan el camino a seguir.

Madrid, noviembre.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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