Como en una dictadura · 16 de septiembre de 2012

Como en una dictadura, la policía llega al Palacio de Cristal, forma un cordón alrededor de unas cuantas personas y procede a la identificación forzosa de los congregados con el argumento de que son más de veinte y, esto no se dice, pero es el motivo real, de que están haciendo política. Las víctimas de hoy son integrantes de la Coordinadora #25S. De momento, 12.45, no hay detenidos; en apariencia, sólo se trata de molestar, atemorizar y añadir nombres a las listas de sospechosos.

Ayer, sábado, fue distinto. En plena manifestación de los sindicatos mayoritarios, la policía se llevó por la fuerza y finalmente detuvo a cuatro compañeros de la Plataforma en Pie, de donde surgió la iniciativa del 25S. Su delito, llevar una pancarta. Tal cual. Arrastrados, empujados, tirados al suelo y esposados ante la indignación de los pocos que se dieron cuenta. Más tarde, cuando se habló con los organizadores del acto para pedirles que informaran de lo sucedido en el turno de intervenciones, se negaron porque «incendiaríamos esto». Maldita vida, que incendia. Cómo se le ocurre presentarse en mitad de un tengamos la muerte en paz.

A estas alturas, quizás sobra decir que algunos se empeñan en jugar a un mundo que ya no existe. Ven la pobreza, las detenciones, el clima de estado de excepción en los barrios más despiertos, las agresiones contra los derechos civiles y la brutalidad de las instituciones en casi cualquier ámbito, pero no están dispuestos a plantar cara porque implica salirse del pacto de la transición. Por eso convocan manifestaciones sin filo que se pretenden históricas y terminan en simples manifestaciones. Lentamente, se van haciendo pasado. Es lo que ocurre con los que desprecian la realidad para hacer ingeniería política con la ficción.

Madrid, septiembre.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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