14 a 9 · 15 de diciembre de 2013

La historia de El País es magnífica: cuatro antisistema estaban de romería cuando veinte de los cuatro apalearon un coche de las fuerzas del orden, le rompieron la luna trasera, lanzaron petardos y, tras atrincherarse detrás de varios contenedores de vidrio, los volcaron e insistieron en atacar a los antidisturbios, quedando finalmente el desigual combate en 14 a 9 a favor de los terroristas, siendo 9 los ídem y 14 las débiles y encantadoras viejecitas de la UIP.

No sé qué fuma la falange de niños y niñas de papá que escribe en el otrora periódico independiente cuando no están los trepas de la transición. Tampoco importa. Los testigos directos, entre los que me encuentro, dirían que la policía cortó la calle Atocha cuando no había pasado nada y se dedicó acto a seguido a lo suyo, a saber, tirar de gatillo al aire para asustar, amagar un par de cargas para disolver y tirar más y más de gatillo, mientras todas las cámaras que estaban en la esquina con Luis Vélez de Guevara se pegaban a un contenedor minúsculo para que la llama ridícula que ardía en su interior pareciera un incendio. Después, un rato de caos por cortesía de los nacionales, con varios heridos y detenidos.

Ésa es la historia, si la historia es la manipulación informativa y el parte de bajas. Añado también que allí, a la cabeza de la gente, no estaba ni un solo diputado o representante conocido de la izquierda política, ni mucho menos del sindicalismo que celebraba esta semana el 14D de 1988, con el liquidador Antonio Gutiérrez y el liquidador Fernández Toxo como nuevas promesas. ¿Lo importante? Que muchos miles y miles de personas volvieron a salir a la calle a pesar del miedo; muchos más que la última vez y, cada vez, más jóvenes. Falta cultura política, aplomo, tenacidad; falta, especialmente, organización. Pero hacen lo que deben, a diferencia de tantos.


Madrid, diciembre.


— Jesús Gómez Gutiérrez


Si les gusta lo que leen


/