Cascabel · 11 de marzo de 2014

Aniversario del 11M. La gente se indigna por las teorías confabulatorias de una derecha que, todavía hoy, con el castillo de naipes hundido, insiste. ¿Cómo es posible que unos cuantos medios etc., etc.? Pero no se trata de unos cuantos medios. Las mentiras sobre el 11M son la manifestación de un defecto general llevado no a sus últimas consecuencias -eso es de todos los días-, sino a unas consecuencias especialmente escandalosas. Y, por favor, dejen la ética al margen. La ética no tiene nada que ver con un sistema que asegura un oligopolio ideológico en los canales centrales de la información. La ética no reparte los canales de TV y radio ni el dinero que se necesita para mantener periódicos de tirada nacional capaces de determinar la opinión de la mayoría.

Si se pretende que la indignación se quede en indignación, no hay más que decir. Pasará la consecuencia especialmente escandalosa y seguiremos con las normalidades menos llamativas hasta que se produzca otra consecuencia especialmente escandalosa y se genere mas indignación que bla, bla, bla. Por el camino, alguna vez, se hará como si se cambiara algo. No se cambiará nada. Para que esto cambie, hay que establecer un sistema distinto. Pero, ¿quién está hablando de un sistema distinto? Como sucede con la cultura, en las propuestas de las organizaciones y movimientos políticos que dicen querer cambiar el mundo no hay más que generalidades y no pocas estupideces a cuenta de la ética, la equidad, la libertad de expresión y el efecto de un sistema nuevo (Internet) sobre sistemas viejos. Es lógico que se tenga miedo de poner el cascabel al gato. No es lógico que no se sepa en qué consiste el gato ni, cuando se sabe, en qué consiste el cascabel.

Madrid, marzo.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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