El debate impositivo · 27 de mayo de 2010
Izquierda Unida, ICV, BNG y NaBai, además de los nacionalistas de ERC, acaban de presentar una propuesta de ley sobre la tributación de las rentas altas en nuestro país: medidas estructurales que siempre se dejan para otro siglo, como la lucha contra el fraude fiscal, y medidas de resultados más inmediatos, como la introducción de un tipo del 50% en el IRPF para las rentas superiores a cien mil euros. Huelga decir que el Partido Socialista responderá con la negativa de otras veces, aunque sin el cariño que el presidente prometió dedicarle en febrero cuando IU propuso más o menos lo mismo, y también huelga decir que la cuestión se cerrará con más desconcierto, más división y más abandonos entre los ciudadanos de izquierda.Antonio Gutiérrez, ex secretario general de CCOO y diputado socialista en el Congreso, declaraba este miércoles en una entrevista concedida a Nueva Tribuna que, si no se produce una respuesta coordinada y seria por parte de los líderes mundiales, saldremos peor de esta crisis que de la de 1929. Al parecer, aún hay sectores dentro del PSOE que prefieren acercarse a la verdad antes que insistir con cuentos de hadas; pero la apelación a las respuestas internacionales nos lleva al problema de fondo, directamente relacionado con el debate de los impuestos: qué ha estado haciendo la socialdemocracia europea durante los veinte últimos años y qué está haciendo ahora para corregir lo que hizo, lo que no hizo y lo que dejó hacer. En clave internacional, por supuesto, porque la respuesta debía y debe ser internacional.
Mientras los grupos mencionados al principio presentaban la propuesta de ley condenada al fracaso, los dos grandes periódicos reformistas, El País y Público, dejaban caer las intenciones reales de los socialistas a través de una apelación genérica a fuentes cercanas: según el primero, el Gobierno limitará su acción sobre las rentas altas a un tributo temporal y sólo aplicable a las grandes fortunas, adelantando el temor de que se pueda eludir mediante fórmulas «como sociedades patrimoniales o cuentas en el extranjero»; según el segundo, el Gobierno ha descartado la modificación del IRPF y la fiscalidad sobre las sociedades de inversión de capital variable porque podrían producir «una migración de fortunas» al mismo sitio, es decir, «al extranjero». Ya estamos lejos de aquella promesa sobre el cambio de modelo productivo. Ya no se trata de reformar estructuras, sino simplemente de que España mantenga su posición como paraíso fiscal de facto.
Ahora bien, Izquierda Unida y el resto de las organizaciones progresistas cometen un error en sentido opuesto. El PSOE ha demostrado durante estos años que no creía realmente en la necesidad de transformar nuestras bases económicas, pero España no flota en mitad de ninguna parte. El mundo existe, la deuda existe y los intereses de los grandes existen. Empezaremos a salir del punto muerto cuando dejemos de creer en el imposible del socialismo democrático en un solo país, o del Estado social y de derecho en un solo país. Hay que aprender la lección que nos está dando la Confederación Europea de Sindicatos, perdida en la inoperancia y en el silencio más absolutos cuando más falta nos hace.
Madrid, 26 de mayo.
Publicado originalmente en Nueva Tribuna.
— Jesús Gómez Gutiérrez