Autoinculpación · 3 de octubre de 2011

Según la Audiencia Nacional, podrían ser culpables de un delito contra «altos organismos de la nación». A estas horas ni siquiera se conoce su identidad, aunque se da por sentado que el tribunal se refiere a los 22 detenidos durante la jornada del 15 de junio en Barcelona, cuando los diputados del Parlament se dieron varios paseos en helicóptero para ahorrarse los gritos de los manifestantes que rodeaban el Parque de la Ciudadela. Fue una situación peligrosa, de «coacción y violencia» (Zapatero), de «transgresión a la democracia» (Trías). Se sabe que algunos manifestantes ofendieron de palabra a los diputados y se sabe que otros lanzaron pintura y hasta una piel de plátano. Como gruñía El País, «urge el aislamiento y la condena de estas acciones violentas, que convierten las bellas ideas sobre la democracia directa o asamblearia en la sucia cobertura del fascismo».

Tres meses y medio es mucho tiempo. Ya no se recuerdan los titulares y las noticias de radio y televisión que aquel día denunciaron agresiones que no se habían producido o exageraron problemas menores, convirtiéndolos en técnicas de guerrilla urbana. Nuestra élite política tenía miedo. No sabía si el 15M era un grito o una revolución. Atacó, acusó, reaccionó con la dureza que se dedica a los actos de terrorismo y, después, contenta de observar que nadie asaltaba La Moncloa y La Zarzuela, lo olvidó. Pero la Audiencia Nacional no lo ha olvidado. La derecha nacionalista catalana no ha permitido que lo olvidara. Aprovechó el clima de criminalización social, que no habría sido posible sin el apoyo de los medios y los periodistas del PSOE, y hoy tenemos un ataque contra el conjunto del Movimiento 15 de Mayo en las personas de veintidós chivos expiatorios, que se enfrentan a un delito castigado con una pena de entre tres y cinco años de cárcel.

Si la Audiencia Nacional sigue adelante con la causa contra nuestros compañeros, estaremos obligados a hacer algo más que concentrarnos y manifestarnos. Si ellos son culpables, nosotros somos culpables. Por mi parte, declaro que yo también me habría sumado al bloqueo del Parlamento catalán. Creo en la desobediencia civil, practico la desobediencia civil y uso todos los medios pacíficos que están a mi alcance para extender y reforzar la desobediencia civil contra el sistema. Llegado el caso, estoy dispuesto a autoinculparme y a asumir las consecuencias. Desde mi punto de vista, las asambleas del 15M deberían tomar nota de lo que el MOC y los insumisos demostraron hace un mundo: el Estado puede encarcelar a veintidós personas, pero no puede encarcelar a varios miles. Si la Audiencia Nacional sigue adelante, respondamos con una campaña masiva de autoinculpación.

Madrid, octubre.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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