Lo admisible · 25 de julio de 2012

    Es luz de verano
    sin encubrimiento,
    todo delante y cerca,
    el insecto de la marquesina, el maniquí
    de un balcón a tres manzanas
    la cumbre
    tras la máscara de la ciudad.

    Tanto ver, obliga a verse.
    No hay decisión, hay consecuencia
    de bota junto a la que arde un cigarrillo
    recién tirado
    que hoy, porque sí, llama a la duda:

    Tus años, nada, poca cosa,
    arrugas que disgustan en un reflejo.
    Eso sería admisible.
    Y los bolsillos vacíos del camino
    empeñado en una voz.
    Y la sospecha de no llegar a ninguna parte.
    Y hasta el miedo
    de que tu ironía, enorme atea, amiga
    de barra de bar que pone el mundo a la altura del mundo
    se quiebre.

    Eso también sería admisible.
    Pero no el deseo sin abismo, no el amor
    del que naces y naces
    sin verbos suficientes para crear, compartir, contar
    la calle y a los hijos de la calle.
    No el puño cansado.

    Madrid, julio.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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