Recordando · 9 de julio de 2010

1. El diez de julio de 1985, hace veinticinco años, el capitán Peter Wilcox estaba en su camarote del Rainbow Warrior, buque insignia de Greenpeace. Hacia las doce menos cuarto de la noche, oyó una explosión; era la primera de las dos bombas colocadas por agentes del servicio secreto francés que costaron la vida al fotógrafo Fernando Pereira. Los agentes fueron condenados a diez años de prisión como autores del primer atentado terrorista de la historia de Nueva Zelanda, pero el Gobierno de Miterrand presionó hasta conseguir que cumplieran condena en Francia, donde recibieron honores. Veinte años más tarde, se confirmó lo evidente: que François Miterrand, colaboracionista del régimen de Vichy, defensor de la Guerra de Indochina, partidario de la invasión del Canal de Suez, defensor de la conversión de los tribunales de Justicia en tribunales militares de excepción durante la guerra de Argelia, aliado de los genocidas de Ruanda y fanático de la razón de Estado siempre que el Estado fuera el suyo, había ordenado personalmente el hundimiento del barco.

2. Es una nota de Amnistía Internacional y una petición de firma. Imagino que habrá quien, al cabo del tiempo y después de tantas situaciones parecidas, llegue a la conclusión de que la firma o la voz de unos cientos de personas, fuera de la política, no sirve de nada en absoluto; por mi parte, siempre respondo con un poema de Brecht, Refugio nocturno, cuya lectura recomiendo porque dilucida perfectamente la cuestión en lo tocante al desánimo y en lo tocante al fraude de los que quieren hacernos creer que podemos cambiar la realidad sin cambiar las estructuras. Sakineh Mohammadi Ashtiani, mujer, presa desde el año 2005 en Irán por el delito de haber mantenido «relaciones ilícitas» con un hombre, condenada al año siguiente a recibir 99 latigazos y sentenciada por último a morir lapidada por «adulterio», no va a salvar la vida; el régimen iraní ha anunciado que los nombres y apellidos de los que firmamos la petición de Amnistía sólo valen para cambiar las piedras por la horca. No abandones el libro, tú que lo estás leyendo, insiste el poeta.

Madrid, julio.

Fotografía: Fernando Pereira y su hija en 1985.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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