Guau · 24 de mayo de 2011

Asamblea de la comisión de barrios en Jacinto Benavente; se iba a celebrar en la Plaza del Carmen, pero hay cambio de planes y se anuncia por megafonía. Sol, liberada temporalmente de las propuestas, los debates y los turnos de palabra más comedidos de la historia política, vuelve a ser una pequeña ciudad. Gente que va y viene; curiosos, entusiastas, algún turista y colas para firmar sugerencias y peticiones.

Naturalmente, la revolución no se ve por ningún lado; o por lo menos, no ha pasado junto a mí. Y después de dar varias vueltas, estoy por jurar que tampoco he visto al reformismo ni a la reacción disfrazada de reformismo. Sólo es Sol, como todos los días desde el 16 de mayo; una acampada que se mantiene hasta el 29 porque así se decidió y que en estos momentos prepara su asamblea general. No hay discursos anarcosindicalistas. No hay estrellas rojas. Ni siquiera suena el himno de Riego. Una entidad bien formada me ha mirado un segundo y ha sonreído, aunque podría ser que tuviera comida entre los dientes.

Sol está donde estaba y sigue siendo lo que era cuando al desánimo y el cansancio de muchos se sumó la mala sangre de unos pocos. Era previsible; pero creo que los críticos deberían mejorar sus argumentaciones. Puede que estos chavales hablen demasiado y de demasiados asuntos, pero fuera de las acampadas no hay ninguna otra movilización, protesta o acto previsto de protesta. ¿Quién les impide organizarlas? ¿Dónde está escrito que las acampadas no sean compatibles con otras formas de presión? ¿Por qué no equilibran los excesos asamblearios y toda la palabrería con acciones mínimas, quizás tangibles, que aumenten la pluralidad y el alcance del movimiento? El mundo es un lugar tan exótico que quien habla y actúa es un charlatán y quien habla y se cruza de brazos es un realista del consenso de mínimos (sin economía, por supuesto).

En el barrio donde crecí teníamos un par de definiciones para los tipos que rompen una huelga con intención de romperla; hasta podría recordar alguna sobre los izquierdistas, hoy apolíticos, que cogen un instrumento que funciona y pretenden escindirlo en ciento cuarenta y ocho cofradías de pureza revolucionaria, hoy democrática. Pero va a ser que me ha calado lo del lenguaje inclusivo, esto es, el absurdo por el absurdo. O que todavía huelo a la entidad con sonrisa. En cualquier caso, consideren esto: Sol está. ¿Dónde están los demás? Han dicho que actuarán algún día, en el futuro, dos pasos atrás y uno adelante. Guau.

Madrid, mayo.



También pubicado en la Fundación Tomás Eloy Martínez y Letras de Chile


— Jesús Gómez Gutiérrez


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