La crisis de la deuda · 12 de julio de 2011

Ajuste, primas de riesgo, mercados, deuda, brujos. En la nueva versión del Consenso de Washington, «se hará lo necesario para garantizar la estabilidad», como decía hoy la vicepresidenta económica del Gobierno. Siempre se hace lo necesario. Se sopesa, se calcula, se decide adónde se quiere llegar y se van pasando las hojas a su debido tiempo para que el resultado final no pueda ser otro que el previsto. Porque si se admiten las reglas del juego, no puede ser otro.

Cuando el espectáculo termine y el espectador deje de mirar el coche que subía y bajaba por los raíles de la montaña rusa, rozando el desastre pero sólo rozando, descubrirá dos cosas: que el coche está donde estaba al principio y que a él le han robado la casa, el trabajo, la cartera, la chaqueta, los pantalones, los calcetines, los zapatos, la camisa y quizás los calzoncillos, aunque es cierto que eso depende de si el espectador es ciudadano de Grecia, Portugal, Italia o España. Ni somos todos iguales ni estamos todos en el mismo punto. Pero por arriba están avisados de todas las etapas. No creerán que el debate del estado de la nación se adelantó en nuestro país por casualidad.

Ahora bien, el espectador puede apartar la mirada. Puede dejar de cegarse con un guión de catástrofes futuras que serán o no serán; puede dejar de seguir a los que, en época de decisiones, le piden que contemple una escena; puede dejar de creer a los que, tras robarle el aire, le exigen más esfuerzos; puede dejar de leer a los que, por no tomar partido, escriben sobre el bikini de Pajín; puede empezar a pensar en las catástrofes presentes; puede dejar de ser víctima en un plan trazado y pasar a ser partícipe de un plan distinto.

Aquí, en España, se está escribiendo un plan distinto. Desde el 15M. Queda mucho por hacer, pero ya ha desvelado las paredes de cristal del sistema y ha empezado a romper alguna. Si están cansados y tienen la suerte de poder tomarse unas vacaciones, empiecen por tomárselas de la montaña rusa y de todos los que sirven de una u otra forma a su espectáculo.

Madrid, julio.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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