Supervivencia · 11 de abril de 2012
Toca rescate. Dos periódicos neoliberales dicen en inglés que podría ser, que esto huele mal; dos políticos neoliberales dicen lo mismo desde Europa y todos los medios neoliberales de España lo repiten. Al final, sale un presidente neoliberal y queda como un patriota por negar lo que sus colegas han dicho para que él lo niegue. Bravo. Pero todos saben que ese tipo de rescate es imposible en España: sería el fin del euro y, tal vez, de la propia Unión Europea.Entre tanto, nos quitan el empleo, la sanidad, la educación, la ciencia, la cultura. Nos roban con la vivienda, la electricidad, la alimentación, el transporte, los impuestos. Hasta privatizan el agua, para dársela a sus amigos. Y nos amenazan con la cárcel si nos atrevemos a desobedecer. ¿A quién le importa si el Reino de España está o no está intervenido, con independencia de lo que se entienda por eso? Es humo. Para asustar, para engañar, para confundir. Para que, en el mejor de los casos, nuestra rebeldía se limite a unas cuantas manifestaciones aprobadas por el Ministerio de Interior.
Hemos sobrepasado el punto crítico. A partir de ahora sólo habrá más represión y más pobreza; podemos cruzarnos de brazos por miedo a lo primero y, con suerte, nos ahorraremos palizas, multas y prisión, pero no nos ahorraremos lo segundo porque nuestra pobreza es la condición sine qua non del nuevo nuevo orden mundial. Pensándolo bien, nos lo han puesto fácil. Si se trata de elegir entre nuestra supervivencia y la suya, elegimos la nuestra; porque, en palabras de Cervantes, «la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir».
Madrid, abril.
— Jesús Gómez Gutiérrez
La mano esclava / La vida que nos obligan a llevar