Si se quiere · 26 de noviembre de 2012

Hay que caer más bajo. No lo digo yo; lo dicen los votantes de Cataluña, por una puerta de las matemáticas que se menciona poco: mayoría larga, más que absoluta, de los partidos sistémicos. Ni siquiera hay que hacer cábalas sobre el carácter de ERC y Ciutadans para llegar a esa conclusión; CiU, PP y PSC suman 89 de los 135 diputados del Parlamento, con casi los mismos votos que en el año 2010; 2.165.129 entonces, 2.106.871 ahora. En ese sentido, los dueños del Reino y la Unión Europea pueden estar contentos.

Pero esta vez, las urnas tienen medio millón de votos más. Y tampoco se necesitan muchas cábalas para darse cuenta de que gran parte de los votos procedentes de la abstención estructural ha terminado en las candidaturas de la izquierda, ICV y CUP. Ésa es la buena noticia. Si se quiere, hay base social y energía de sobra para un nuevo proyecto de país, que en España pasa necesariamente por la República y que en la izquierda pasa necesariamente por dos caminos: el de la unidad, ya iniciado por Alternativa Galega en el norte y el de la ruptura con la socialdemocracia, ya iniciado por Syriza en Grecia.

No va a ser fácil. Mientras en Cataluña se atisba la solución, en Andalucía se sigue en el pasado. La dirección de IU tiene motivos para llevarse las manos a la cabeza ante el informe sobre el fraude de los ERE; puede decir que PP y PSOE han vuelto a mostrar su verdadera cara, pero eso no explica la presencia de IU en el Gobierno. Como en Madrid y otras comunidades, prefieren lo malo conocido a lo bueno por conocer; una apuesta segura por lo peor.

Madrid, noviembre.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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