Entre tanto · 12 de diciembre de 2012

Ahora es inútil. Si ni siquiera se atreven a proponer la República como proyecto de regeneración y esperanza colectiva en nuestro país, difícilmente van a asumir que la nueva revolución del Capital exige una nueva revolución de lo común. Hay demasiada ignorancia y demasiado miedo. Pero que ahora sea inútil, no significa que sea inútil. Algún día, las palabras y los actos que hoy se desprecian por considerarlos fuera de la realidad, serán un principio.

Entre tanto, se nos da a elegir entre movilizaciones sin el objetivo de tomar el poder y revisiones digitales de los principios del socialismo utópico. El Capital ha hecho un buen trabajo. Ha borrado ciento cincuenta años de cultura política. Estableciendo una comparación superficial con el siglo XIX, hay quien dice que ni siquiera hemos llegado a la I Internacional de Trabajadores (1864); no les falta razón, aunque eso es menos relevante que esto: no hemos llegado porque, a diferencia de los intelectuales y sindicalistas de entonces, los nuestros creen en el sistema.

Despertarán, por supuesto; a la fuerza ahorcan. Se retomará el camino que negaron constantemente desde sus periódicos y comités y quizás, si no es tarde, si el experimento de deconstrucción social no ha concluido, nos libraremos de la distopía que nos está esperando. Pero no será hoy. Ahora toca República sin República, revolución sin revolución, nada. Y nada es lo que tendremos.

Madrid, diciembre.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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