Zum, zumbido · 28 de diciembre de 2012

Piqueta y empujón. Lo que va a caer es un pedazo de la sanidad pública de Madrid, el mayor plan de privatización de la SS. Y por fin, desde las zonas residenciales de la izquierda política, allá por Pozuelo y Majadahonda, se oyen voces como moscardas sobre un canapé. Se van a enterar. Iremos a los tribunales. Nos presentaremos en el Constitucional con los carrillos hinchados y las nalgas apretadas y una mirada intensa, en plan periodista hasta las cejas de coca, diputado hasta las cejas de coca o antidisturbios del montón. Zum, zumbido. Ponme con Viena, que suspendo el concierto de Año Nuevo.

Entre ladrillo, ladrillo y ladrillo, acurrucada por el croajar de una señora marquesa y el ossea-sí de la esposa de, sustituta de un ossea-sí con ricitos, la izquierda política de Madrid se fue hace cuánto —¿quince años? ¿veinte?— y no se le ha visto el pelo desde entonces, salvo por un asunto de ladrillo, ladrillo y ladrido que llevó a la extraordinaria historia de la repetición de unas elecciones autonómicas. La gente se quedaba sin casa. La gente no podía alquilar ni un chamizo a cincuenta kilómetros del centro. Los comedores sociales no daban abasto. La policía golpeaba y detenía a cualquiera. Un día, toda la flota de autobuses pasó del rojo al azul y, al día siguiente, todo era azul, azulísimo. Hasta se cerraban salidas del Metro para que nadie se pudiera colar. Pero ellos, nada; del sofá al sillón, sin pisar la calle.

Ahora van a departir con magistrados y les van a decir que hombre, mujer, el Derecho, la justicia, las instituciones, la calidad del chocolate con churros. Se hará otra manifestación. Banderas de plástico, por miles. Que cruja el celofán y suene a incendio en Navacerrada y así hasta que tengamos una sentencia y quede constancia de que nosotros no nos andamos con bromas, señor mío. Tenemos que acercarnos al pueblo, sentir el pueblo. Pueblo, zum, zum, dónde estás.

Madrid, diciembre.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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