Picasso tuvo un revólver · 22 de enero de 2013

Jarry se llamaba Alfred. Y fue precursor de la patafísica, la ciencia dedicada al estudio de las soluciones imaginarias y las leyes que regulan las excepciones. Y entre sus obras hay al menos una, Ubú rey, que sigue y seguirá dando vueltas por el mundo. Y Jarry tenía un revólver. Y estaba tan ligado a él que André Breton lo definió así: «Jarry, aquel que revólver». Y uno de sus seguidores, malagueño, pintor, Picasso, compró el revólver de Jarry. Y Picasso tuvo un revólver.

Un siglo después, en las páginas de un periódico, llega un autor de los que habrían causado ataques de risa a Jarry, Breton y amigos y dice que Picasso chungo yuyu y que era tan malo que tenía revólver. El tipo ha hecho una película. En España, la cultura está llena de tipos que desconocen el origen del revólver de Picasso y, en general, el de cualquier cosa que merezca la pena. La dictadura echó por su culo gordo una monarquía de novelistas, dramaturgos y cineastas a cada uno de los cuales grita Madre Ubú, resumiendo: «No le escuchéis, es imbécil». Pero lo coparon todo. Hicieron público e hicieron país.

Ahora hay que bajar a las catacumbas para encontrar a un autor que sepa del revólver de Jarry; y cuando se sabe fuera, es para hacerse el listo, para una guinda de tarta, para ser Ubú con una espiral en la barriga. ¿Tiene importancia? Ni de coña. Quién necesita los hechos, los contextos y las revoluciones culturales del siglo XX. Antes de mi 22 de enero no hubo otro. Marcharemos a Palacio y cantaremos «Dios salve al zar» y el zar nos dará derechos y achuchones y películas sobre bolcheviques sociópatas. Lo dicen los artistas de la transición. Puto Picasso.

Madrid, enero.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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