Pero hacía sol · 13 de febrero de 2013
Se lo dije a una amiga que lleva toda una vida de lucha, con todas las pérdidas y las dificultades que la lucha implica cuando es por los de abajo, desde abajo y sin red: si alguna vez encuentras una brecha en el espacio-tiempo y vuelves a tener quince años, no muevas ni un dedo. Métete en un partido del sistema, chupa, calla, lame, pon la patita, sé perra obediente, muerde cuando tus amos quieran que muerdas y contribuye a hacer de este mundo un lugar más injusto y más patético. Total, llegado el día, sólo tienes que seguir las recomendaciones de algún asesor de imagen y subir un vídeo a la Red donde critiques, por ejemplo, que tus colegas y tú os juntéis en hoteles de cinco estrellas. Ya estarás salvada. El partido estará salvado. La gente ni siquiera notará tu acento de pija, tu pelito de niña bien y tu discurso de rastrillo barato, infestado de lagunas. No se preguntará qué has hecho, de qué vives, qué te abrió la puerta de hoteles de cinco estrellas en un sector donde se niegan los hostales de dos a cualquiera que tenga escrúpulos. Serás un dechado de virtudes. Currándotelo, hasta podrías llegar a la presidencia. Te perdonaran, te justificarán y romperán a aplaudir porque dos minutos de gloria, convenientemente redistribuidos, bien encajados en el flujo de propaganda que se ofrece como esperanza a la mayoría, te mostraron rebelde con un puntito de optimismo e indignada como unas mechas rubias en el culo de un orangután. Así son las cosas, dije. Y después, nos entró la risa. Era un día cualquiera en un país penoso, pero hacía sol.Madrid, febrero.
— Jesús Gómez Gutiérrez