Ensayo general · 25 de febrero de 2013

1. Y Berlusconi estuvo a punto de ganar. Por la mínima y sólo en el Senado, pero a punto. Su fenómeno, que a efectos de definición política no va más allá de un Mussolini reloaded, merecería una reflexión aparte dentro y fuera de Italia: Berlusconi es, en primer lugar, un modelo mediático; la constatación de que el periodismo de las grandes empresas se ha convertido en un obstáculo para la democracia. Sin romper ese modelo, no hay futuro posible; terminaremos en países donde sólo se pueda elegir entre fascistas y sistémicos; cuando no coincidan.

2. En Marte se vive bien, lo cual explica los titulares a cuenta del PD: que si la izquierda gana en el Congreso, que si con Monti en el Senado, etcétera. Cuando hablan de izquierda, los periodistas de la socialdemocracia llevan el secuestro lingüístico a la categoría de chiste. ¿Programas? ¿Ética? ¿Compromiso social? Qué tontería; lo que importa es la gobernabilidad del club de sátrapas al que pertenecen la Internacional Socialista y sus acólitos. Entre tanto, la única izquierda que se presentaba a las elecciones, Rivoluzione Civile, se queda en menos del 3%. Cosas del voto útil y de los muchos y viejos errores de los restos del movimiento comunista, asociado esta vez a un fiscal justo, Antonio Ingroia.

3. Jugando por fuera, sin prestarse a la farsa de los medios de comunicación, sin participar en un solo debate de ese retrete cultural que son las televisiones, Beppe Grillo y su Movimento 5 Stelle le ha dado un corte de mangas a la derecha tradicional y a la moderna. Esto era, dice, «un ensayo general» de lo que se avecina. Ahora tendrá ocasión de demostrar si es flor de un día o un principio y un catalizador del cambio. Para el sistema, es un peligro en toda regla; para Italia y para el mundo, que hoy es lo mismo, una esperanza.

Madrid, febrero.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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