Por eso ganan · 21 de abril de 2013
El último día de marzo, Mario Draghi llamó por teléfono a Giorgio Napolitano y le pidió que no dimitiera; el BCE quería impedir la convocatoria de nuevas elecciones generales, de las que hoy saldría un M5S más fuerte y preparado para gobernar. No sabemos cuántas veces habrá llamado desde entonces, pero se puede adivinar a quién habrá llamado. En menos de un mes, el PD ha renunciado a la regeneración que había prometido y ha dejado Italia en manos de la troika, con una operación que incluye el mantenimiento de Napolitano en la presidencia.Paolo Becchi recuerda hoy unas palabras del propio Napolitano, escritas en septiembre del año 2012, que ayudan a comprender el escándalo posterior; en una carta dirigida a un periódico, expresaba su negativa «firme e inquebrantable» a aceptar un segundo mandato, derivada del «profundo convencimiento institucional de que dicho mandato (por su larga duración)» no se presta a reelecciones. Para los medios del gran capital, empezando por El País, el M5S se ha situado «fuera de la realidad» al denunciar un golpe de Estado en Italia. Paradójicamente, Napolitano insinuaba esa misma denuncia hace unos meses. Quizás haya llegado el momento de que algunos relean un clásico de Carlos Marx, El 18 brumario de Luis Bonaparte, que Becchi también cita en su artículo.
Vivimos en países intervenidos política y económicamente por una dictadura a la que rinden cuentas y de la que forman parte nuestros propios gobiernos. Es una estrategia internacional a la que oponemos, empeñados en la derrota, estrategias nacionales. Hasta donde sé, ayer no se celebró en España ni una concentración de apoyo a los compañeros italianos; como no lo han dicho los medios progresistas ni los famosos que determinan la horizontalidad de las redes, no hay razón. Italia no es asunto nuestro; el referéndum sobre el euro que busca el M5S no es asunto nuestro. Pero el BCE, la Comisión Europea y el FMI saben que es asunto suyo. Por eso ganan.
Madrid, abril.
— Jesús Gómez Gutiérrez
Italia, España, Europa / Menos mal que no hay mani