Menos mal que no hay mani · 26 de abril de 2013
Ayer perdimos la revolución. Así, como suena. Varias personas convocaron una manifestación para montar follón y que no se hablara de la EPA y sus seis millones de parados. Es verdad que, cuando la convocaron, hace meses, no tenían la menor idea de que ayer se fuera a publicar la EPA; pero si lo dice la prensa, será más verdad que la verdad. El Ministerio del Interior los manipuló. Incluso es posible que recibieran una llamada del mismísimo ministro para tan abyectos fines. Y en cualquier caso, no es admisible que personas desconocidas, que actúan con secretismo, convoquen cosas inconvenientes para uno de los grandes planes de reorganización que se lleva a cabo, como debe ser, en secreto.Al final del día, el error de los tontos útiles nos costó a todos la revolución que indudablemente se habría producido en otras circunstancias. Menos mal que hoy no hay mani; de esos tipos, se entiende. Ahora podremos hablar de la EPA y de los recortes del Gobierno sin lamentables escenas de violencia popular y sin dar alas a los columnistas de la reacción, que no tendrán excusas para no reconocer que nos quieren esclavizados y estúpidos. Hoy, 26 de abril, se van a enterar. Hablaremos y hablaremos hasta la noche, desequilibrando la correlación de fuerzas a nuestro favor y, más tarde, el lunes, cuando volvamos de nuestro bien merecido descanso de fin de semana, seguiremos hablando hasta la fiesta del 1º de Mayo, si es que no hacemos puente y nos quedamos por ahí.
¿Se ha entendido? Pues eso. Pero ya sin sarcasmo, que por lo demás resulta inútil ante demagogos con miles y miles de groupies dispuestos a reírles las gracias, creo que tenemos un problema. Lejos de sustituir la cultura de la transición por una cultura abierta, crítica, republicana, la estamos sustituyendo por un puñado de gurús que nos dicen lo que debemos hacer; se apela a las asambleas y a la horizontalidad y se toman decisiones en función de lo que publiquen un par de periódicos, una cadena de televisión y sus profesionales. Así no hay cambio posible. Pasarán treinta años y tendremos lo mismo, aunque en un país notablemente más pobre y más analfabeto.
Madrid, abril.
— Jesús Gómez Gutiérrez
Por eso ganan / Hasta entonces