Suspiros de Itaña · 28 de mayo de 2013

Un suspiro largo y sin disimulo, combinado con zapateados de alegría. Así ha reaccionado la prensa italiana tras los resultados del M5S en las elecciones municipales, que presentan como un batacazo. Y lo es. Un batacazo en toda regla, típico de una organización de grandes palabras, con respuestas para la política de lo general y demasiadas lagunas y manchas en la política de lo concreto. El movimiento de Grillo tendrá que hacer una buena autocrítica si quiere ser motor o factor de cambio. A la prensa y los partidos del régimen les preocupa poco que la abstención se haya disparado hasta el punto de que, en ciudades como Roma, se acerque al 50%; pero al M5S, que se presenta como un movimiento de la calle, le debería preocupar sobremanera.

Mientras tanto, en España, el suspiro antigrillista se extiende a sectores del propio 15M, con la característica algo extravagante de que las debilidades que achacan al M5S son sus mismas debilidades. Algunos tendrían que mirarse al espejo antes de hablar de demagogia; sobre todo los gurús de Internet que, después de apelar a la desobediencia civil durante dos años, admiten ahora la ley electoral y pretenden ganar unas elecciones desde Twitter. Pero sarcasmos al margen, se sigue sin entender una cuestión tan básica como las diferencias culturales entre los distintos países. El M5S es tan propio de Italia como Chávez del Caribe o Cristina Fernández, de Argentina. Se piense lo que se piense de ellos, criticarlos por asumir las características de su país es un error aún más grave que defenderlos a pies juntillas por esa misma razón.

Hace unos días, Aznar amagó con volver a presentarse a las elecciones; a las españolas, se entiende, porque en Italia no sacaría ni diez votos: Italia es para un Berlusconi (que a su vez, no sacaría ni cinco en España). El ejemplo vale para la derecha y vale también para los demás. Todo tiene su contexto. El M5S se abrió camino porque entendió el suyo. ¿Entienden el contexto español nuestros estrategas de asambleas interminables o revoluciones limitadas a las redes? Obviamente, no. Hasta ahora, los únicos movimientos políticos más o menos serios que se están produciendo en nuestro país son los que afectan a la recomposición de la izquierda tradicional. Y paradójicamente, el fracaso del M5S en las municipales debe mucho a un problema clásico de esa izquierda: que no se puede estar con un pie en el rupturismo y otro en el sistema.

Madrid, mayo.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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