Que os cunda · 17 de junio de 2013
Hola, genios. ¿Ya habéis cambiado el mundo? Un poco, digo, no hay que ser ambiciosos; con unas monedas más para los pobres y unas camas más para los enfermos, ya podríais terminar el día y decir: esto funciona. ¿Cómo? ¿Que no hay más monedas ni más camas? Pero seguro que habéis puesto la primera piedra para las monedas y las camas de mañana, porque seguro que sabéis que la gente se muere todos los días y que pasado mañana es, todos los días, tarde. Ah, que tampoco. Qué extraño. Con tantas movilizaciones y tantas quejas, quejas, quejas, casi siempre fundamentadísimas, aunque solo quejas, ya deberíais haber conseguido más monedas y más camas. No estáis pidiendo la luna; habéis demostrado que sois responsables y que vuestra crítica, por dura que sea, se queda en una navaja de papel que no rayaría la pintura más débil. ¿Dónde está entonces el premio de consolación? Y no me refiero a tu tribuna llena de faltas de ortografía ni a tu novela de lerdo y para lerdos ni a tu cargo en el sindicato ni a los maullidos que te dedican los cuatro ociosos (ups, ya tres) que asisten a tu asamblea. Me refiero a las monedas y a las camas. Es lo mínimo para un reformista. Más monedas y más camas que ayer y que anteayer, no menos pero más de las que podrían haber quitado. ¿Cómo? ¿Que eso es demagogia? Que os cunda, genios.Madrid, junio.
— Jesús Gómez Gutiérrez