Palabras mayores · 16 de julio de 2012

Sería la solución natural: dimisión del presidente del Gobierno y convocatoria inmediata de elecciones generales. Pero pocos lo piden. Para qué. Con nuestra ley electoral y la distribución política que tenemos, esas elecciones generales darían otra mayoría absoluta a la derecha. No es que los españoles se hayan vuelto locos; son simples matemáticas en un modelo donde los dos partidos mayoritarios se reparten casi todos los escaños. Hoy, la derecha nos gobierna con el 30% del electorado y mañana nos gobernaría con poco más del 20%.

El fraude de la transición nos estalla en la cara una y otra vez. Hicieron un sistema para repartirse el país y lo consiguieron hasta el punto de que ahora, al borde del abismo, no hay más forma de cambiar el país que derribar el sistema. Es la consecuencia de sus actos y de sus intereses, no de los nuestros. Es su trampa, no la nuestra. Y no saldremos de esa trampa mientras juguemos la partida en sus términos. Nada hay más incoherente que reiterar la obviedad de que el contrato social se ha roto para actuar después como si no se hubiera roto. En ese sentido, nuestra izquierda política y sindical demuestra que carece de la ambición necesaria.

Hay muchas formas de hacer camino. España necesita una reforma en profundidad; una regeneración que sólo puede ser republicana y que está a la espera de un programa y de una estrategia para llegar al poder. ¿Palabras mayores? Ya estamos viendo adónde hemos llegado con las menores. Pero difícilmente haremos camino si seguimos dando vueltas sobre el cadáver de la transición. Así no hay protestas que valgan. Vendrán más intervenciones, nos lo quitarán todo y, al final, tendremos lo mismo con otro rey.

Madrid, julio.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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