Romper la baraja · 19 de julio de 2012

19 de julio. Los diputados de la izquierda abandonan el Parlamento. La Cámara se queda a solas con los culpables de la destrucción del país, porque más allá de las medidas de este Gobierno, que oscila entre el neoliberalismo y el fascismo según convenga, la responsabilidad alcanza al Partido Socialista y, por supuesto, a las derechas nacionalistas, incluida UPyD. Es la consecuencia final de su proyecto político, el de la transición y la monarquía. Un país cultural y económicamente nulo que dentro de unas horas, con la modificación del Código Penal, volverá a ser un gran campo de concentración.

El gesto de esos diputados, pocos en número, muchos en votos y muchísimos más que sus votos por la simpatía que despiertan, es lo único digno que se ha visto últimamente en el Congreso. Sólo hay un detalle que chirría: tienen intención de volver. Por motivos diversos, creen que ese Parlamento es útil a sus intereses o representativo de la voluntad popular. Sobre el primer caso, son ellos los que deben responder; sobre el segundo responde la propia ley electoral, una ley surgida de la dictadura que las fuerzas políticas que hoy se marchan no supieron combatir en ningún momento. Sin el 15M, ni siquiera estaría en el debate.

El marco político del Reino nos ha llevado a un callejón sin salida. Los diputados de esta tarde no nos van a sacar de él con más discursos, por muy revolucionarios que suenen; tienen que asumir de una vez por todas que su lugar está en la calle, que no los queremos en sus escaños sino afuera, en Neptuno y en la Carrera de San Jerónimo, como miembros de un movimiento general de desobediencia civil. Necesitamos una Asamblea Constituyente que redacte una Constitución nueva para un país nuevo. Si comparten ese objetivo, deben romper la baraja.

Madrid, julio.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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